jueves, 4 de noviembre de 2010


MITO: És uno de los obstáculos que tiene Odiseo al volver a casa de la guerra de Troya, explicada en la Odisea. Al oir cantos hermosos de sirenas , cuyo canto hacía enloquecer a quien las oyera. Para ello, siguiendo los consejos de Circe, Odiseo ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera exceptuándolo a él y manda ser atado al mástil.


EJEMPLO:
Traes en tu cuerpo la leyenda
de un navegante cansado.
Es tan grato, en silencio,
descalzarte de barcos,
recoger de tus ojos
las sirenas perdidas,
las redes enlamadas,
los sonidos ocultos de las olas.
Te espero cada noche
cuando levantas anclas en mi espacio
y una lluvia de estrella
ste hace perder el rumbo
y un enjambre de peces y caricias
nos recobra el naufragio tan deseado.
Cómo darte las gracias
por la luz palpitante de aquel faro,
por el sonido suave de los remos
en esta noche grande.
Es más amplio mi pecho.
Hoy le caben los puertos,
hoy que encallas
tibiamente
junto a mí.

De Carmen Villoro

TESEO, ARIADNA Y EL MINOTAURIO


MITO: Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y propuso a Teseo ayudarle a derrotar a el Minotauro a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Teseo aceptó.
La ayuda de Ariadna consistió en dar a Teseo un ovillo de hilo que éste ató por uno de los extremos a la puerta del laberinto.
Así Teseo entró en el laberinto hasta encontrarse con el Minotauro, al que dio muerte a puñetazos. A continuación recogió el hilo y así pudo salir del laberinto e inmediatamente, acompañado por el resto de atenienses y por Ariadna, embarcó de vuelta a Atenas, tras hundir los barcos cretenses para impedir una posible persecución.
EJEMPLO:
Abandonada estoy, abandonada
por el amante al que ofrecí mi vida;
en mi sueño partió, sin despedida,
llevándose mi ensueño a la alborada.

Vino hacia mí con alma desolada
en laberinto de dolor perdida,
y halló con mi asistencia la salida,
tras matar a su monstruo con mi espada.

En todos hay un Minotauro fiero
que en el dédalo interno nos oprime
y que exige la audacia de un Teseo.

Pero no habrá victoria del guerrero
sin la Ariadna que besa y que redime,
…y que será olvidada tras su empleo.
Francisco Álvarez Hidalgo

ORFEO Y EURÍDICE


MITO: Orfeo, consigue que Perséfone y Hades le dejen llevarse a su esposa Eurídice al mundo de los vivos. Le dejan pero tiene que ir siempre hacia adelante mientras este en el mundo de los muertos, nunca puede mirar hacia atrás. Tras horas y horas caminando en la oscuridad, Orfeo inseguro giró la cabeza hacia atrás, y Eurídice fue arrastrada otra vez al mundo de los muertos.

EJEMPLO:
Ella fue mi canción inspiradora,

y la musa raíz de mi canción;
mas la muerte, noctámbulo ladrón,
la arrebató antes de brillar la aurora.

No era mi amor, ni lo es, amor que ignora,

y al Hades descendí. La persuasión
de mi canto logró su redención,
que cede el Hades si mi canto implora.

"Llévatela a la luz, mas sin volverte
a mirarla en las sombras, o la muerte
de su destino habrá de apoderarse".

¡Oh, impaciencia del hombre enamorado!
Volví los ojos, y me fue arrancado
el corazón al verla evaporarse…

Oscar Portela

TÁNTALO


MITO: Tántalos era uno de los hijos de Zeus. Este abia cometido muchas faltas, que al final acabó con la paciencia de los dioses y Zeus lo aplasto con una roca. En el Hades fue castigado con la tentación insatisfecha. Su castigo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla (otras versiones del mito se refieren a la rodilla ó la cadera), bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de agua, éstos se retiran inmediatamente de su alcance.



EJEMPLO:

Tántalo

Los dioses determinan su venganza
Con impulso cruel e insensitivo,
Haciendo al hombre un mísero cautivo
Sin fe, sin libertad, sin esperanza.

Tántalo sin cesar la mano avanza
Ya con fiera ansiedad, o ardor furtivo;
La sed y el hambre le consumen vivo,
Pero ni el agua ni la fruta alcanza.

El hombre lanza su deseo al viento;
La mujer le recoge y le rechaza,
Se ofrece y se retira en un momento,

Y a la vez se desnuda y se disfraza.
Y el hombre queda solo en su tormento,
Con nada entre los brazos cuando abraza.

ÍCARO Y DÉDALO


MITO: Dédalo fue el constructor del laberinto del minotauro, pero el rey Minos luego lo encerró en una torre para que no rebelara la solución del laberinto. Consiguió escapar de su prisión, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros, y no permitía que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado. Dado que Minos, el rey, controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro, utilizando alas, cera y hilo. Ícaro, su hijo, observaba a su padre y a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado, y tomando cera la trabajaba con su dedos, entorpeciendo con sus juegos la labor de su padre. Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Entonces padre e hijo echaron a volar. Pero Icaro empezó a volar cada vez más alto, hasta que sus alas se derritieron y cayó al mar.

EJEMPLO:


Dédalo... de Jaime Torres Bodet

Enterrado vivo
en un infinito
dédalo de espejos,
me oigo, me sigo,
me busco en el liso
muro del silencio.

Pero no me encuentro.

Palpo, escucho, miro.
Por todos los ecos
de este laberinto,
un acento mío
está pretendiendo
llegar a mi oído.

Pero no lo advierto.

Alguien está preso
aquí, en este frío
lúcido recinto,
dédalo de espejos…
Alguien, al que imito.
Si se va, me alejo.
Si regresa, vuelvo.
Si se duerme, sueño.
«¿Eres tú?», me digo…

Pero no contesto.

Perseguido, herido
por el mismo acento
-que no sé si es mío-
contra el eco mismo
del mismo recuerdo
en este infinito
dédalo de espejos
enterrado vivo.

NARCISO


MITO: El mito explica que tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.


EJEMPLO:

Poema Narciso de Rosa Chacel
¿Dónde habitas, amor, en qué profundo
seno existes del agua o de mi alma?
Lejos, en tu sin fondo abismo verde,
a mi llamada pronto e infalible.

Nuestras frentes unánimes separa
frío, cruel cristal inexorable.

Zarzas de tus cabellos y los míos
tienden, en vano, a unir lindes fronteras.

Sobre el mío y tu cuello mantenido
un templo de distancia en dos columnas
silencio eterno guarda entre sus muros;
nuestro mutuo secreto, nuestro diálogo.

Silencio en que te adoro, en que te encierras,
recinto de silencio inaccesibles
y lugar a la vez de nuestras citas.

¡Siglos espero frente a la cruenta
muralla dura que lamento inerme!

Eternidades entre nuestras bocas
a cien brisas y a cien vuelos de pájaros.

¿Para qué pies que hollaban la pradera
jóvenes, blancos corzos corredores
si no me llevan hacia ti ni un punto?

¿Para qué brazos tallos de mis manos
si jamás alcanzarán a estrecharte?

¡Límpida, clara linfa temblorosa
jamás en nuestro abrazo aprisionada!

¿Para qué vida, en fin, si vida acaba
en el umbral de la mansión oscura
donde moras sin hálito, en el vidrio
que con mi aliento ni a empañar alcanzo?

¡Oh, sueño sin ensueño, muerte quieta
lecho para mi anhelo, eterno insomne!

¡Único al fin reposo de mis ojos
tu infinito vacío negro espejo!

HERO Y LEANDRO


MITO: Hero era una sacerdotisa de Afrodita , que vivía en una torre en Sestos, en el extremo del Helesponto. Leandro, un joven de Abidos en el otro lado del estrecho, se enamoró de ella y cada noche cruzaba el Helesponto a nado para estar con Hero. Ella debía encender una lámpara cada noche en lo alto de la torre para guiarle.
Sucumbiendo a las dulces palabras de Leandro, y a su argumento de que Afrodita, como diosa del amor, despreciaría la adoración de una virgen, Hero permitió que él le hiciera el amor. Esto continuó durante el cálido verano. Pero una tormentosa noche de invierno las olas sacudieron a Leandro en el mar y el viento apagó la luz de Hero, por lo que el amante perdió el camino y pereció ahogado. Hero se lanzó desde la torre, muriendo también.





EJEMPLO:


A Hero Leandro adoraba,
y, por verla, enamorado
el Helesponto cruzaba
todas las noches a nado.

Y, según la fama cuenta,
Hero una luz encendía
que en las noches de tormenta
de faro al joven servía.
Una noche a Hero cansada
de mirar hacia Bizancio,
rendida, aunque enamorada,
la hizo dormirse el cansancio.

Y esto su amor no mancilla,
pues todas, lo mismo que Hero,
tienen el cuerpo de arcilla
aun teniendo el alma de acero.

Y lo más triste es que, apenas
la pobre Hero se durmió,
cuando un aire desde Atenas,
la luz, soplando, apagó.

Viendo él la luz apagada,
sintió aquel olvido tanto,
que, maldiciendo a su amada,
abrasó el mar con su llanto.
Y queriendo, o sin querer,
de pena se dejo ahogar,
sin que él pudiese saber
si le ahogó el llanto o la mar.

Lo cierto es que al desdichado,
al rayo del sol primero
la tormenta le echó, ahogado,
al pie de la torre de Hero.
Y cuando muerto le vio,
Hero, cual Leandro fiel,
se arrojó al agua y murió
como él, por él y con él.

¡Que ellas, fuertes en amar
y flacas en resistir,
si duermen para esperar,
despiertan para morir!

RAMON DE CAMPOAMOR